Dios nos libre con llegar a ser una Iglesia «Casi»

anorexia

El poeta Cubano Rodolfo Loyola contaba la historia de Casimira, la cual podría ser una triste historia si se aplicara a una Iglesia.

Casimira, casi todo y casi nada.
La llamaban casi cuando casi andaba,
y al cumplir los siete Casi fue al colegio,
pero la maestra casi no enseñaba.
Pues siendo la Casi una adolescente,
casi niña, casi dama,
encontró a un mozuelo a quien Casi amaba.
Pero un día el muchacho,
casi sin mirarla
se dejó a la Casi, casi destrozada.
Y se fue a un convento la buena de Casi
queriendo ser santa, y casi fue monja…
Pero un día enterada que el chico moría,
se volvía su casa y cuidó del chico
como de casada.
Y el chico murió casi sin besarla,
y Casi fue viuda, al menos en su alma.
Hoy Casi, cansada de su vida extraña,
casi ni se peina, y desenfadada,
cuenta de algún modo que fue casi todo
sin ser casi nada.

No hay duda que uno de los peligros que corre cualquier persona, y especialmente una Iglesia es llegar a la mitad del camino o al umbral de la meta y darse cuenta que de todos los sueños, metas, objetivos y planes, lo único que tiene en sus manos es el fatídico «casi».

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