Las tres lagrimas del Rey

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Hemos sido testigos por lo menos de las tres veces que ha llorado el Rey Pelé.  Pero hay una que puede servirnos de lección a todos los hombres.  La vez que derramó lagrimas en la cárcel, visitando a su hijo Edhino , vinculado al consumo y distribución de drogas.

En palabras de Pelé: «él tendrá que sufrir las consecuencias’, desafortunadamente , yo quizás estaba demasiado ocupado y no me di cuenta. Es lamentable, porque yo siempre he peleado contra las drogas y no noté lo que pasaba en mi propia casa»

Hay una sensible verdad que es difícil de digerir: «El causante de todos los problemas en la casa, en el matrimonio, con los hijos, en el liderazgo de Iglesia, son los hombres»

Dentro de la Iglesia buscamos solucionar los problemas en ella, inyectándole un poco más al presupuesto de misiones, colocando aire acondicionado y butacas en los salones, repartiendo galletitas de chocolate en la EBD infantil, llevando a las hermanas a un retiro a Roatán, etc…. pero el problema es la falta de seriedad al tratar el tema de la hombría en la Iglesia.

En estos tiempos se hace necesario poner una pausa a todos los programas dentro de la Iglesia, y dedicarle a puertas cerrada, todo el esmero, seriedad y compromiso a un solo tema de agenda: La masculinidad.  Ahí comienza y termina todo.  No busquemos más culpables!!!!  Los culpables son los hombres.

Hombres que han jugado a ser hombres.  Hombres que han jugado a ser padres.  Hombres que han jugado a ser esposos.  Y lo más triste: Hombres que han jugado a guiar a la Iglesia. Por eso,   la casa, el matrimonio, la Iglesia está patas arriba.

Kendrick dice: Demasiados hombres desperdician su vida. No conocen en realidad al Dios que aseguran adorar y son incapaces de preci­sar para qué viven. Desganados e indecisos, andan por la vida espiritualmente perdidos en una niebla de confusión y apatía. Pueden decirte lo que harán este fin de semana, pero no tienen idea de cuál es su propósito en la vida o en la eternidad. En consecuencia, se dejan llevar por las formalidades cotidianas y pierden el tiempo en cuestiones triviales. En el hogar, los hombres se destacan por estar comple­tamente ajenos al tremendo vacío de liderazgo que genera su pasividad. No se dan cuenta del efecto negativo que producen sobre esposa e hijos, que se ven afectados por su falta de orien­tación espiritual y liderazgo.
Un político del país decía. Urge!!!!!  Pues de igual manera, el tema de la masculinidad dentro de la iglesia, urge!!!!
Los ventiladores pueden esperar.

Sólo para venenosos

engendroNo tiene espuma en la boca, ojos rojos o cachitos en la frente…  El diablo se ha metido en la Iglesia y hace su trabajo a través de los que siembran discordia.  

 Prov 22:10 les llama escarnecedores y  nos da una recomendación:  Despídelo, échalo, sácalo  y se irá la discordia.  Todos buscamos maneras de  resolver problemas o diferencias, pero con los que siembran discordia solo funciona si los sacas de tu vida.

¿Cómo actúan?  

1. Esparcen rumores.   Cantan, oran dentro de la iglesia, pero se reconocen porque  andan con una antena para captar en el ambiente la intriga, los rumores, mentiras  para esparcirlas.  Son pocos los que se salvan. Sólo se necesita uno en la Iglesia para dividirla.  «Escuche que dicen» «Parece ser que dijo» «Me contaron que vieron»

2. Siembran malestar y atacan la lealtad.  Se acercan para que te alejes de otros.   «Ya viste como te vio»  » Supiste lo que hizo»  » Dicen que dijo que no esta de acuerdo contigo» , son expertos en crear malestar.  Te hacen dudar de la relación con otra persona.  «No te toma en cuenta»  «No le interesas» «No te presta atención»  

Es algo repugnante que alguien se dedique a atacar la lealtad hacia otros.  

3. Siembran envidia.

4.  Les gusta manchar la honorabilidad de otros.  Si hay  alguien que te respeta, se acercan para manchar, esparciendo un rumor cierto o no cierto para opacar esa imagen que otros tienen.  Les encanta la camisa blanca del otro para salpicarla y mancharla.  Si es o no es cierto, quien te da el derecho o la autorización para contarlo.

¿Qué hacer?  

Échalo de tu vida, cierrale la puerta, déjalo con el saludo en la mano.  Pero sino quieres obedecer lo que Prov. 22:10 dice, presta atención a estos recursos:

1. No permitas que destruyan tus convicciones.  Tu tienes convicciones sobre la familia, dinero, amistades, lideres, iglesia…etc.  Puedes contestar: «No quiero ser descortés, pero por favor no me cuentes.  Vete no quiero escucharlo».

 La convicción es lo mas sagrado que tenemos, es lo que nos sostiene, sobre su familia, dinero, Dios, amistad, pero si algo a o alguien viene a minar las convicciones, ahi se pudre todo.  Estas personas son capaz de hablar en contra o mal  de tu padre, madre, esposo, pastor, etc.

2. No permitas que enferme tus relaciones.  Las amistades se generan de forma espontanea, y con el tiempo se va volviendo mas fuerte, mas cariño, afecto; no puede ser que algunos  quieren enfermarlas, destruirlas, distanciarlas.

Los que siembran discordias, poco a poco se van quedando solos;  tarde o temprando los demás se van dando cuenta que son muy amigos del chisme, rumores, división, celos, envidia y que obedecen la misión del infierno de dividir, destruir, manchar, separar.  Son un engendro del diablo.

Sólo para QUEMADOS

cansadoEn una iglesia donde han pasado diversas transiciones, desencantos, desmotivaciones, injusticias, y un ritmo continuo de actividades en los ministerios es muy común encontrar creyentes  «Quemados».

En unos días, en la iglesia estaremos delante del seminario » Burn out en los servidores»  Sobre este tema hay un detalle que me llama la atención: La causa principal del BURNOUT, es el stress.

 El stress no solo se origina por la cantidad extrema de trabajo, sino por la hostilidad en el ambiente donde se desenvuelve, es decir el entorno.   Si la dinámica en el entorno es tenso, llena de critica, pleitos, injusticias, chismes y el individuo no tiene la alta capacidad de resistencia o si el tiempo ha sido tan amplio en ese entorno, sin lugar a duda esa persona es proclive a quemarse.  sindrome de burnout

¿Qué hacer?

 

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Idolatrando al pastor y a su familia

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Con Raquel,  meditabamos después del seminario del libro: » Ego en el altar».  La tendencia de muchas Iglesia de Idolatrar al pastor y a la familia pastoral, muchas veces por culpa del mismo pastor, quien siempre quiere dar una imagen de inmaculados y «una santa unción» sobre su esposa e hijos.  De ellos es la culpa por elevar la imagen pastoral y su familia a niveles peligroso y casí idolátricos.  Es común escuchar frases como: «No diga eso,  es el pastor» «Si dice eso contra el pastor,  Dios lo va a castigar porque él es el ungido»  «No se revele contra la autoridad, le puede dar lepra»

Hay tres cosas evidentes:  Hay diferencia entre respeto e idolatría. Hay diferencia entre llamado, dones y contratación.  El  llamado es personal, los dones son pastorales y la Gloria del ministerio sobre la base del servicio y  la humildad.   No cabe entonces términos como: «La casa pastoral» «La familia pastoral» «El carro pastoral»  «La mascota pastoral»

La culpa no solo la tienen los mismos pastores, quienes exponen a sus familias con una cosntante lluvia de flores, sino la gente misma, al idolatrarles, como  dice Craig:

Cuando yo estudiaba en el seminario, uno de mis profesores le advirtió a nuestra futura promoción de ministros que un día la gente nos estaría observando. En todas partes y todo el tiempo. Los miembros de la iglesia, nos dijo, quieren creer que su pastor está siempre conectado íntimamente con Dios, que su matrimonio es siempre sólido, que su fe nunca flaquea y que su vida es prácticamente perfecta.

Él profesor nos aconsejó: «Vístanse como pastores, hablen como pastores y den el aspecto de pastores». Yo le puse mucha atención, y seguí su consejo al pie de la letra. En los años que siguieron pulí mis habilidades ministeriales en mi primera iglesia. Aprendí qué decir y qué no decir. La gente comenzó a llamarme un pastor «exitoso», uno que había sobresalido rápidamente, y que tenía una iglesia más grande. Desde afuera, todo se veía bien.

Para cualquier miembro promedio de la iglesia, yo parecería ser un pastor como todos los demás. Pero, por dentro, me sentía como un farsante. ¿Cómo había sucedido eso? Después de algunos años representando mi papel, tuve que enfrentar la verdad: me había convertido en un ministro a tiempo completo y un seguidor de Cristo a tiempo parcial.

Y por eso me detestaba a mí mismo.

Muchos pastores con los que hablo se identifican conmigo en cuanto a esto. Pero no me malinterprete: aman a Jesús, o no se habrían rendido al llamado del pastorado. Pero, como dice uno de mis mentores: «Sin saberlo, la manera como los pastores hacemos la obra de Dios muchas veces destruye la obra de Dios en nosotros». En vez de estudiar la Palabra de Dios para conocerle mejor, la estudiamos para predicar. En vez de crecer en nuestra vida de oración privada, a menudo decimos nuestras oraciones como discursos ceremoniales para ser oídos. En vez de vivir para agradar a Jesús, vivimos para complacer a la gente.

Adiós a las apariencias

Tuve que ser honesto. Reconocí, de mala gana, que no era primeramente un pastor, sino una persona normal, miedosa, insegura y común. Y si Jesús me amaba de verdad como yo era (yo sabía que sí me amaba), ¿por qué, entonces, debía seguir siendo la persona que no era?

Agonicé por toda una semana. Oré como nunca lo había hecho en muchos meses. Dije: «Señor, ¿debo abrirle mi corazón a la iglesia? ¿Y si me rechazan? ¿Y si hablan mal de mí? ¿Y si me despiden? Entonces me aventuré a dar un paso más: ¿Es esto lo que Tú quieres que haga?

El domingo llegó inevitablemente, y me dirigí al púlpito sin ninguna nota escrita. Mi única preparación era mi corazón palpitante. Con la garganta seca y un nerviosismo indescriptible, miré a los 200 consagrados miembros de mi iglesia. Ellos me devolvieron amablemente la mirada.  Hubo un silencio.  Finalmente, les dije: «Mi relación con Dios no es lo que debiera ser». Mi voz se estremecía con cada sílaba. Nadie se movió. Seguí adelante: «Le confesé esto a Dios, pero ahora lo voy a confesar a ustedes. Me he convertido en un pastor a tiempo completo y un seguidor de Cristo a tiempo parcial».

Se habría podido escuchar el ruido producido por la caída de un cabello sobre el piso.

El mensaje de ese domingo no estuvo adornado de salidas humorísticas ni de citas. No hubo frases ingeniosas ni tampoco un mensaje con puntos que comenzaban con la misma letra. Pero fue un mensaje sincero y no oculté nada.

En medio de mi sermón, comenzó a suceder algo nuevo. Dios se dio a conocer.

Es difícil describir la realidad de Su presencia, pero mucho más difícil no hablar de ella. Algunas personas estaban llorando silenciosamente en sus asientos. Otras sollozaban abiertamente, no tanto por mis pecados, sino por los suyos. Antes de que terminara de hacer mi confesión, muchos se reunieron en el altar para arrepentirse también junto a mí.

Mientras fluían las lágrimas y las palabras, la paz de Dios reemplazó mi temor. La certidumbre de Su presencia quitó mis dudas. Su poder venció mi debilidad. En ese momento, Jesús se volvió tan real para mí como jamás lo había sido antes. Estaba conmigo, y sabía que Él estaba complacido. Sentí la aprobación de esas palabras que cualquier servidor anhela oír: «Bien, buen siervo y fiel».

Desde entonces, me convertí en un seguidor a tiempo completo de Cristo, alguien que además era pastor. No hubo más mentiras ni apariencias.

Pero eso no pude hacerlo solo, necesité a mi iglesia. De la misma manera, su pastor le necesita a usted más de lo que piensa. Muchas veces los pastores nos sentimos asustados y solos. Luchamos con tentaciones y (créame o no) a veces incluso pecamos, creyendo falsamente en algún escape engañoso. No tomamos tiempo para nosotros mismos, y muchos nos sentimos culpables si lo hacemos. Nuestras familias sufren al igual que nuestra relación con Cristo.

Es por eso que su pastor necesita sus oraciones, apoyo, simpatía, estímulo y amistad.

Entonces, dígale a su pastor lo que Dios está haciendo en su vida, y él estará dispuesto a oírle. Trate a su pastor como un ser humano, a alguien como usted, que está tratando de seguir a Jesús. Ése es uno de los mejores regalos que puede darle.

Cómo orar por su pastor

Ponga en práctica un pequeño experimento. Ore, enfocándose en estas áreas durante dos semana.

Por aislamiento y vida de oración personal. Cuando «los asuntos de la iglesia» comienzan a sustituir al tiempo personal con Dios, es posible que el pastor comience a confiar en sus propias fuerzas. Ore para que él tenga hambre de comunión con Dios, aunque esto le parezca inconveniente o innecesario.

Por confianza en su identidad en Cristo. Ore para que su pastor 1) busque todo el tiempo su seguridad de Cristo solamente, y 2) reciba una nueva revelación del amor y de la aceptación de Dios para él personalmente, no sólo para los demás.

Por florecimiento de la relación familiar. La esposa y los hijos de un pastor están también bajo presión, y pueden sentir que están compitiendo con la iglesia. Ore para que el pastor haga de su familia una prioridad.

Por una actitud dócil y humilde. Algunas críticas son desagradables e infundadas, y tienen que ser rechazadas; otras son importantes, y pueden ser extraordinariamente útiles. Ore para que su pastor crezca en humildad y para que acepte ser alguien que está aprendiendo durante toda su vida.

Por amistades fuertes y genuinas. Ore para que su pastor sea valorado, no sólo por lo que él puede hacer o dar, sino por ser quien es como persona.

Por discernimiento. Aunque muchos lo han oído todo, los pastores luchan muchas veces por encontrar la mejor manera de lidiar con los que vienen a ellos en busca de ayuda. Ore para que su pastor desarrolle una fuerte sensibilidad al Espíritu Santo.

Por sabiduría en asuntos financieros. Los seminarios rara vez enseñan cómo ser un contador. Ore para que su pastor tenga integridad económica y una actitud saludable en cuanto al dinero, y por personas eficientes que lo ayuden a crecer en esta área.

Cristiano Ateo

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Participamos con mi esposa del Seminario «Cristiano Ateo»  Una exposición de los libros de Craig Groeschel.

Reflexionando en el tema : «Cristiano Ateo: Creer en Dios, pero vivir como que no existiera», especialmente en el último capítulo : Creer en Dios, pero no en su Iglesia; me puse a pensar en la realidad dentro de la Iglesia de algunos miembros que asisten al templo, pero no están dispuestos a comprometerse con los proyectos de esa Iglesia, o apoyan sus proyectos dentro de la Iglesia, pero no los proyectos de otros.  Tienen su agenda, exigen que se respete, sus calendarios, sus presupuestos…pero no les importa los esfuerzos de los demás.  Ellos son el centro, su ministerio, su experiencia, su liderazgo, sus logros, pero no les importa los proyectos de TODA la Iglesia.

Es ahí donde se vuelve interesante la reflexión de Craig.  Necesitamos una «Desintoxicación espiritual»

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La iglesia BIPOLAR

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En el tiempo del apóstol Pablo, los pleitos dentro de la Iglesia comprobaban  quienes era espirituales y quienes carnales (1 Cor. 11:19);  ahora las elecciones presidenciales 2014 lo hacen. Quizá el apostol tendría que decir:  Es necesario que haya procesos electorales, para que se haga manifiesto entre vosotros quienes son los aprobados.

Cuando la iglesia pierde su misión, se diluye con el mundo.

Creyentes en las redes sociales

Caso 1. Fotografía de  creyentes posando con candidatos políticos vistiendo y adornado con toda clase camisas, gorras, pulseras, aritos, carteles etc…de un partido político.   ¿Qué le decimos a las hermanitas de la femenil que simpatizan con el otro partido, urgidas de oración por salud de sus nietas?

Caso 2.  Se escucha decir a un creyente de una iglesia  que el  tienen las verdaderas actas y que considera que le están robando el triunfo a su partido, y que él y su familia están decididos a salir a la calle a protestar.  ¿Le pedimos a la clase de caballeros de su iglesia  que le apoyen acompañándolo a la manifestación con quema de llantas?

Caso 3. Se escucha a un creyente decir que Dios está de lado de su partido y que castigará a los enemigos del otro partido.  ¿No es algo peligroso?  ¿Dios tiene un bando político? ¿Cuál es la teología que creemos?

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La Iglesia es Bipolar

  1. La iglesia es Bipolar cuando:  Abraza la llegada del Señor en los cielos, pero abraza un partido político al punto de fotografiarse, defenderlo y manifestarse en la calle con carteles y llantas.  Le emociona la segunda venida, pero también le emociona el candidato.
  2. La iglesia es Bipolar cuando:  Dice que su corazón, su tesoro está en el reino de los cielos, pero  con sus hechos  manifiesta que su tesoro se encuentra en su candidato presidencial, y sus proyectos empresariales, sus lujos, sus tintes, sus planchados…etc.
  3. La iglesia es Bipolar cuando:  Canta, aplaude el domingo en el templo: Tuyo es el Reino, tuyo el poder…..pero las mismas palabras las entona en la marcha de su partido entre semana.

Conclusión: 

Por eso estamos como estamos. Hoy se entiende porque la estadística de evangélicos en el país no cuadra con la realidad social, violencia, injusticia y pobreza de la sociedad donde tiene su parroquia. 

Fiesta roja en la iglesia

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Este domingo recién pasado en los cultos matutinos, nos detuvimos a celebrar la victoria roja que nos ha cautivado.  Rojo bendito, excelso, magnánimo.  Bendito rojo de la sangre carmesí del cordero que tomó nuestro lugar en el madero.

Como Iglesia, continuamos abriendo las paginas del libro de Éxodo y nos detuvimos en el Cap. 15:22-27.  El pueblo marchando a Sinaí.  Tres  escenarios, tres lecciones.

El mar rojo, lugar de celebración

El primer escenario donde los encontramos es junto a las aguas del mar rojo.   Es claro el vrs. 22 que dice: Hizo Moisés que Israel partiesen del Mar Rojo.   

Fue en el Mar Rojo que Dios mostró su poder liberando a su pueblo del temible faraón.  El pueblo pudo observar como los carruajes, soldados, armas y odio, era sepultado bajo las aguas del potente mar.  Fue ahí donde el pueblo aprendió a celebrar, digo aprendió, porque no era común en tierra de Egipto que lo hicieran, estaban acostumbrados a mover los pies para hacer ladrillos, pero no para danzar con alegría.  Cantaron y danzaron con pandero.  Conocieron el poder de Dios salvándoles y guiándoles en tierra seca.

Si hay algo que podemos hacer hoy nosotros, es aprender a celebrar la victoria que el Señor obra cada día en nuestra vida.  Es inconcebible que nos reunamos como iglesia y algunos se duerman en el culto, bostecen o simplemente callen mientras cantamos las obras de Dios.

 ¿Cuándo fue la ultima vez que desbordaste tu corazón en gozo por la victoria del Señor en tu vida o familia? ¿Te recuerdas aún?  Se sincero, no es cierto que a veces parecemos como bautizados en limón cuando alabamos al Señor, ceño fruncido buscando a alguien dentro del culto para reclamarle.

Desierto de Shur:  Lugar de esfuerzo y prueba

El mismo vrs. 22 es enfático cuando dice que el pueblo salió al desierto de Shur, en el cual anduvieron por tres días sin hallar agua.

Hay por lo menos dos detalles en este episodio.

Lo primero que me llama la atención antes de tirarle piedras al pueblo por su murmuración, es la intensión, esfuerzo, lucha que muestran al salir y caminar en el desierto.  En otras palabras, estaban intentandolo, luchando, lo hicieron por tres días.

Lo segundo que  llama la atención, es las condiciones que tuvieron que soportar.  Muy probablemente no hemos estado  en un desierto físico, pero si sabemos que es un lugar incomodo, de cansancio, de calor, de escorpiones, de serpientes; lugar en donde cualquiera se desanima, se desespera, se frustra; y con más razón cuando parece ser que encuentran agua, pero al probarla es agua que no se puede tomar.  Entiende ahora la murmuración del pueblo.  Estoy seguro si usted y yo hubiésemos estado ahí, hubiéramos hecho lo mismo. Murmurar.

Quizá entendamos perfectamente bien al pueblo, en su intento por obedecer, por marchar, por perseverar.  Venimos cada domingo, queremos hacer lo mejor, y aun con las inclemencias del tiempo, de las circunstancias abrumadoras, desesperantes, asfixiantes, seguimos intentando.  El desierto espiritual es donde Dios forma a sus hijos, ante la ausencia de agua, el prueba el corazón.

Elim:  Lugar de reposo

Al final de ese episodio, después del desierto de Shur, el pueblo llega a un oasis «Elim» vrs.27.  Comprendemos perfectamente bien el alivio que el pueblo tuvo, el refresco, la renovación que gozaron.  Fuentes de agua y palmeras.  ¡¡¡Oh, cómo quisiéramos trasladar nuestra casa a Elim para siempre.   Acamparon junto a las aguas.  Ya no había sed, ya no había amargura, ya no había cansancio.

En medio de esta vida tan convulsionada en que vivimos, usted y yo necesitamos llegar a Elim, y nuestro Elim, es Cristo.  Él dijo: Venid a mí, todos los que están cargados y trabajados y yo os haré descansar.  Necesitamos que Cristo renueve nuestras fuerzas; necesitamos aprender a descansar bajo su sombra; necesitamos beber de su agua para continuar el peregrinaje.  

En la fiesta continua en la que estamos, celebremos su victoria y su misericordia.  Misericordia que en el desierto, frente a nuestra desobediencia, siempre está dispuesto a llevarnos a Elim.  No olvide que su  sangre, nos limpia, nos refresca, nos renueva.

Bendita fiesta roja del pueblo de Dios.