Glorita Montiel una oveja que todo pastor quisiera pastorear

oveja

El Señor la llamó un poco antes de las  7 de la mañana de hoy, y nos ha dejado un vacío que será dificil que alguien más lo llene.  Me duele el corazón porque de esas ovejas hoy escasean. Nunca la oí quejarse de la Iglesia y decir,  me voy de esta iglesia (aunque tenía una docena de razones de hacerlo);  nunca la escuche dar su opinión que éste material de discipulado es más recomendable que el otro, sencillo, siempre dispuesta a estudiar la palabra; nunca la conocí como transera con el liderazgo, que si nos dan refrigerio o si nos pintan el cuarto, entonces nos involucramos; jamás le escuche solicitar un plan estrategico para evangelizar, simplemente lo hacía; nunca exigió ser pastoreada, simplemente daban ganas de pastorearla; nunca exigió un bus de la Iglesia para venir a los cultos, caminó y memorizó la ruta  4, la 22, la 46, y la  plaza San Luis fue el  testigo silencioso de aquella mujer que cargando un niño siempre entraba puntual al 2540 de la San Antonio Abad.  No crió solo un niño, salvador su hijo, sino decenas de niños que fueron testigos del amor de Jesús en las aulas y los corredores de la Iglesia.  Nunca olvidaré las visitas al hospital, y en especial el día que quede encerrado en el ascensor del general. Oh!!! que lección de  humildad, amor y   fidelidad a Dios nos a  dado hna. Glorita.  Gozece en los brazos de su Señor.