En uno de esos días de largas horas de clases, sombrías tardes de lectura y espeluznantes tareas nocturnas, sucedió un episodio que ha vuelto a mi memoria, se los cuento: Un profesor de Teología le manda a decir al profesor de Griego: «Un aoristo no salva». El contexto de esas palabras bromistas, e inocentes para un puñado de seminaristas de primer año, no evitaban el allegar a pensar que ambos profesores habían llegado a pensar que lo que impartían era más importante que lo que el otro enseñaba. ¡¡¡Qué ejemplo de espiritualidad!!! ¿Qué era más importante, largas horas para comprender la Cristología o la Pneumatología, o descifrar si el verbo era un aoristo? ¿Y de qué nos servía si la teología, la pneumatología o el estudio de los idiomas originales no me llevaba a amar al prójimo?.
Usted no se equivoca, para nosotros, ambas materias eran importantes para aprobar la licenciatura, pero, como un enemigo silente, se hizo presente la tentación de gustar el conocimiento profundo, sin que este nos lleve a la practica del amor, esta tentación aún está presente el las aulas de seminario y en los pasillos de la iglesia.
Mi experiencia en Seteca
Dormíamos, comíamos y vivíamos en una de las zonas más necesitadas de la capital, a metros de distancia del famoso «Basurero» donde niños, mujeres y ancianos dejaban su ultimo aliento para buscar dentro de la basura algo qué comer, y nosotros, se imagina, tan cerca, pero tan lejos; estábamos ahí, con nuestros compendios, interlineales, concordancias, buscando el conocimiento, que al final, para algunos se convirtió en algo estéril, sin fruto, sin poder. Que yo recuerde, fueron contados los profesores a los que les escuche hablar o orar antes de una clase por la realidad y necesidad social alrededor de la Bolívar, a lo más, les vi preocupados por retirar su ofrenda misionera de la USA o acelerados el día de pago en la administración. La tarea del profesor de teología, que su teología lleve a sus estudiantes a enraizarse, encarnarse y cargarse con la realidad social es quizá imperdonable. O en otras palabras, bajar la teología a la realidad.
Los pasillos de la Iglesia
He pensado, que si los sermones expositivos del domingo, no me lleva y nos lleva a amar más a Cristo y a abrazar al prójimo en sus necesidades, no sirve de nada. Si la maestra, líder de discipulado hace del conocimiento su destino final, olvidándose del abrazo, el perdón, el hambre del alumno o del discípulo, ese conocimiento está incompleto. ¿No será que el conocimiento nos ha envanecido?
No hay duda que somos una sociedad que se vuelve cada vez más solitaria, lejana y egoísta a la necesidad del prójimo. Como lo dijera Frank Kafka, en su «metamorfosis» la deshumanización está presente en nuestra sociedad capitalista, y porqué no decirlo, también en la iglesia «espirituflaitica».
Gregorio se amargaba y se escondió debajo del sofá pues estaba consciente que su familia ya no lo quería. Un día celebraron una cena en su casa, llegaron los huéspedes y se celebro una gran cena, Grete empezó a tocar los acordes del violín, Gregorio maravillado y conmovido por la música abandona su escondite y llega hasta donde la familia se reunía. Su presencia provoca la indignación de unos huéspedes y el enojo de la hermana, quien plantea al instante que era preciso liberarse del insecto. Gregorio retorna a su cuarto triste y exhausto, Grete se apresura y llega al cuarto de su hermano y le cierra con llave, a el duele todo el cuerpo y los dolores le debilitaron más y más, pensaba en su familia que sería de ellos… Pero a las 3 de la mañana ya no podía respirar, ni moverse, su hocico despidió débilmente su aliento y murió.
¿No será que estamos dejando morir a los Gregorio de nuestra época? ¿No será que los hemos encerrado en sus cuartos de soledad y sufrimiento, para que no molesten nuestra conciencia, estorben nuestros programas de alabanzas inspiradas o desbaraten nuestros profundos pensamientos teológicos?
El accidente en mi colonia
Una noche de estas se escuchó en el pasaje donde vivimos, un auto acelerado que bajaba la pendiente, y al final un estruendo con gritos. Al salir de la casa, las miradas atónitas de todos los vecinos se encontraron como viejos amigos en el parque, una vecina había perdido el control de su carro y éste había golpeado por lo menos a dos más y una motocicleta, la cual estaba como margarina debajo del vehículo rojo. Largos minutos transcurrieron contemplando la escena, observando detenidamente, como que fuera una tarea de métodos de estudio bíblico, en su fase de observar.
¿Cómo pudo pasar? ¿Y si alguien hubiera venido caminando? ¡¡Qué golpeada quedo la camioneta!!! Mientras la policía hacía su inspección para calcular los daños materiales y la mente aturdida de la querida vecina no salía de su asombro, yo y mis vecinos contemplábamos la distancia que separaba del suelo el auto accidentado, justo la distancia para estar debajo de él un árbol y una motocicleta.
Lo admito, yo primero, sumergidos en lograr encontrar una explicación del accidente, no hicimos nada para compartir por lo menos $5 dolares para los gastos que se avecinaban. ¿Y quizá alguno pensó? Y ¿De qué servirán $5? Cada uno regresó a su casa, apagó la luz, se adentró en su cama y durmió. Mientras tanto afuera la patrulla terminaba su trabajo y la vecina daba su palabra de compromiso con los dueños de los carros accidentados.
¿Qué hace un pastor con conocimiento bíblico sin $5 dolares para expresar el amor al prójimo? ¿De qué sirve la teología, la pneumatología y el aoristo en griego, sino hay amor? Pastor asalariado.
El conflicto Israel-palestina
En estos día está de moda descifrar si es o no es el pueblo de Dios el sujeto del conflicto con los palestinos, interpretaciones tras interpretaciones, palabras tras palabras, argumento tras argumento, para determinar sobre la base del conocimiento si son o no son. Mientras tanto los niños, mujeres y ancianos mueren en los bombardeos.
¿De qué me sirve tanto conocimiento exegético y teológico si la tragedia humana no me lleva por lo menos a levantar una oración para que cese la violencia? ¿De qué me sirve interpretar la profecía bíblica, si el conocimiento de ésta, no me hace buscar en el armario, alacena o en el bolsillo algo con qué ayudar? ¿No será que nos estamos volviendo insensibles con tanta sangre derramada? ¿No será que el conocimiento nos ha envanecido?
¿Qué hacer? Usted y yo lo sabemos.
Mercedes Sosa, lo expresó así:
Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.
Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.
Que no se me olvide, que la fe sin obras es muerta!!!