Somos esclavos de esa maldita manía de cuidar más el edificio que las relaciones; prestarle más atención a los parqueos que a quienes se parquean; cuidar más los jardines que el dolor del vecino.
Este fin de semana estuve visitando una de las iglesias de la M.C.A. y comprobé lo que a voces se conoce en las otras denominaciones: La M.C.A. está vacía, o como lo dijera mi amigo Romero Guevara está con By pass. ¿Por qué? ¿Qué hace que una iglesia histórica esté vacía? ¿Qué hemos hecho mal? Tremendos edificios, lindos jardines, cómodas sillas y asombrosa historia, pero escasa asistencia, numerosos problemas, profundas cicatrices, y una marcada ausencia de visión divina. Y me atrevo a decir ausencia de visión de Dios, ya que cuando se ha invertido el orden de las prioridades que Dios ha establecido para su iglesia, puede ser todo, menos iglesia.
Primos hermanos de los Gadarenos
Un día Jesús decidió visitar Gadara, tomó un barco y guiado por la brisa marina se encontró con un hombre endemoniado en un estado deplorable; ciudadano de las tumbas, sujeto de leyendas fantásticas, capaz de romper cadenas y grilletes, pero necesitado de liberación. Nadie, ni políticos, sacerdotes, ni aldeanos, le importaba la vida de este hombre, hasta que Jesús se encuentra con él. La razón: «En este país los cerdos son más importantes que las personas»
Jesús se acerca al hombre y envía los demonios que lo atormentaban a los cerdos, y deja al descubierto el verdadero demonio de Gadara: «Amor por las cosas». Usted sabe el final de la historia: los habitantes de Gadara decidieron expulsar a Jesús, pues les había arruinado el negocio. Pero antes de salir de ahí , Jesús ha dejado una lección: La vida de un ser humano vale más que cualquier cosa material.
Ahhh, si la iglesia del señor volviera a tomar en serio la lección de Gadara, el final de la historia fuera otro.
¡¡¡Cómo nos encantan más los cerdos, que los niños que deambulan por las tumbas de las calles!!! ¡¡Cómo nos encanta la riqueza que deja los cerdos, más que las necesidades de mujeres, hombres y jóvenes que buscan unos minutos para que alguien se detenga y les ayude a llevar las cadenas y grilletes de dolor, de enfermedad y de temores!!!!. ¡¡¡Cómo nos encanta discutir largas horas alrededor de los planos, aires acondicionados, puertas de vidrio, y luces de neón, elementos de nuestros castillos de azúcar que sólo aparecen en las paginas del pasado y ahora convertidos en museos históricos, parlantes de una historia que tiene una sola lección: Muerte.
Pregunto: ¿Cuando cambiaremos nuestra predilección por los cerdos, y nos ocuparemos más por las personas?
Quizá la respuesta comienza con deshacer el concepto que tenemos de iglesia, y darle el sentido en el que Jesús pensó: Gente. Hemos desarrollado una espiritualidad «templista», sin vínculos con la comunidad. Magnificando los edificios, valorando mas las mega reuniones, pero sin las relaciones. La gente se siente sola y sin acompañamiento en medio de una multitud. Ir a la iglesia es como ir a cualquier lugar público sin un sentido de pertenencia.